Accidentes Casuales o Causales

Ya es la tercera vez que al cruzar por un paso de zebra un coche a alta velocidad, no te ve o te ignora o va despistado y casi te atropella. Sin contar un par de veces en las que sin venir a cuento, un conductor u otro peatón te ha granjeado una mirada funesta, cargada de rabia, como avisándote de que a la mínima te la ganas.  Es tal la frecuencia y la intensidad que empiezas a pensar que no es normal, que es demasiada casualidad, que algo está pasando.




Y tienes razón a pensar así. Si te paras a pensar un momento, probablemente te darás cuenta de que ya llevas un tiempo descentrado. Sientes que has perdido tu "centro" o, dicho de otra manera: te sientes perdido. Por una cuestión laboral o de familia, el caso es que desde hace meses no das pie con bola. Tu estado emocional está bajo y te sientes desanimado, flojo, vulnerable. Tal vez, incluso experimentas algún malestar físico, de salud; molestias digestivas, vesícula, inquietud, cada uno la que prefiera. Si hasta ahora tu cuerpo "gritaba" con sus dolores y fastidios lo que la mente consciente callaba, se suma ahora el ambiente externo que te rodea. Esos casi accidentes te están mandando un mensaje. Pero, cuál y, sobretodo, quién, cómo...

Somos vibración, auténticas antenas emisoras y receptivas de ondas vibracionales perfectamente medibles en Mhz. Son las emociones que nos preceden y anuncian nuestra llegada mucho antes de que hagamos acto de presencia. Una persona desmotivada o depresiva emite ondas de muy baja intensidad que se transmiten por el éter hasta "resonar" con alguien o algo en la misma frecuencia de vibración, haciendo que se manifieste. Tiene, entonces, un atributo de atracción. Es por este motivo que nos enamoramos mutuamente cuando ambos resonamos en una alta frecuencia por igual y, es por ello que nos caemos mal cuando ambos resonamos en baja frecuencia. Símil atrae símil se dice en alquimia. 

Se explica así el que haya personas que parece que tengan un "gafe" (mal de ojo se decía antes) Siempre les ocurren cosas inverosímiles; no consiguen pareja, no salen de pobres, pierden los trabajos, les llueven las multas o encadenan accidentes. Son personas cuya percepción de la vida que llevan es negativa y carente de satisfacciones. Por herencia o aprendidas, son creencias, líneas de pensamiento desmotivante que generan emociones de baja intensidad, las mismas que vibran alrededor rellamando calcadas vibraciones negativas. 

La buena noticia es que es rápidamente solucionable. Rápido que no fácil, Bastaría con cambiar el estilo de pensamiento para emitir emociones altas (alegría, esperanza, ganas de) para resonar con el exterior de forma positiva y atraer personas y situaciones mucho más agradables ¿por qué no se hace, normalmente? Bueno, esta es la mala noticia: no sabemos que podemos hacerlo y sobretodo, no nos lo creemos. Así que seguimos haciendo lo mismo de siempre una y otra vez, hasta somatizar el mal rollo en alguna dolencia o enfermedad que nos conceda un poco de atención misericorde de los demás. Los accidentes son explosiones de cólera fruto de la acumulación exagerada de frustaciones. Años haciendo lo que no queremos hacer o no haciendo lo que sí querríamos hacer. Por motivos familiares, sociales o de baja autoestima, somos autómatas repitiendo programas de sumisión emocional, por eso es tan difícil cambiar esquemas mentales, porque ejecutamos órdenes inoculadas y repetidas diariamente desde la infancia. Cómo vamos a defraudar a papá, cómo vamos a abandonar esa carrera de provecho que tanto me aburre, cómo voy a atreverme a decirle algo a esa persona que me gusta si tiene pareja, cómo dejo ese trabajo estresante tal y como está el mundo...

Hasta que un día con cuarenta o cincuenta y tantos; crisis de ansiedad, de llanto o una sucesión de accidentes se suceden. Te obligan a parar un segundo y te instan a hacerte preguntas: Por qué a mi, qué he hecho yo para merecer esto, me volverá a pasar, qué está pasando con mi vida... De la respuesta que uno se dé, depende un nuevo comienzo ( el verdadero) o seguir despeñándose, echando de paso la culpa al primero que pase por delante. Sin embargo, la verdadera enseñanza de un accidente es que nada sucede por azar, que la realidad es sólo un reflejo de nuestro estado interior y siempre nos está mandano un mensaje. Saber escuchar o ver esos mensajes, es la diferencia entre llevar una vida propia o vivir en la sombra de nosotros mismos. 

Salvador.






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